21 de octubre de 2007

No hay dolor

Esta mañana, en unos dibujos animados de Superman, un personaje de acero decía, hablando con su cirujano:
-¿En qué me has convertido? ¡No puedo sentir nada! ¿Y esos ajustes que ibas a hacerme?
-Lo siento... No puedo hacer nada. Pero, ¿qué más quieres? La operación te otorgó una fuerza casi ilimitada y total inmunidad a las lesiones. Jamás sentirás dolor.
-¡¿Y qué pasa con el placer?!

Curioso ser, el ser humano.
Siempre buscando la felicidad, y nunca encontrándola del todo.
Ingenuos, muchas veces pensamos que la alegría es la ausencia de pena, que sólo quien no siente dolor se puede considerar feliz.
Yo a veces imagino un mundo sin desgracia, sin enfermedades, sin accidentes. Es una especie de utopía que todo el mundo se imagina alguna vez en su vida, por la que luchamos cada día al despertar y por la cual damos sentido a muchas cosas. Es un objetivo, es nuestra lucha.
Sin embargo, ¿acaso existiría el bien en un mundo sin mal? ¿Sería necesaria esa palabra? ¿Podríamos ser felices sin haber sufrido nunca? Puede que, al fin y al cabo, el sufrimiento de hoy nos de la capacidad de alegrarnos mañana.
Aunque creo que es mejor no ser muy conscientes de todo esto. Debemos seguir deseando un mundo mejor, debemos seguir creyendo en utopías. Es necesario un objetivo.

17 de octubre de 2007

¿Por qué?

Hace unos días me quedé sin tinta. Estaba en clase, cogiendo apuntes, atendiendo en la medida de lo posible, cuando mi bolígrafo dejó de escribir. Tampoco había escrito tanto, y me resultó extraño.
Entonces tomé prestado otro bolígrafo en plenas facultades, pero cuando comencé a escribir de nuevo, sólo rasgaba el papel. Ni rastro de azul. Ni rastro de negro, de rojo, de verde: ningún bolígrafo funcionaba en mis manos. Ni siquiera el lápiz, que nada más tocar mis folios perdía la punta o la mina, de manera inevitable, como si de un maleficio se tratara. No eran los bolígrafos: eran mis manos.
Señal inequívoca de que tengo que escribir en un blog.