28 de septiembre de 2008

Londres


Londres
(Del ang. London)
1. v. Volar por primera vez. Y por segunda, tercera y cuarta.
2. v. Decir "azúcar o azúcar blanco" en lugar de "azúcar o azúcar moreno".
3. v. Conocer a Chip y a Chop.
4. v. Tener una frase de veinte palabras en la cabeza y, a la hora de la verdad, acertar a decir sólo una.
5. v. Descubrir que la tortilla de patatas es en realidad tortilla de pepinos.
6. v. Aprender que Greenwitch se pronuncia "Grinich".
7. v. Asomarse por la ventana y ver a un inquilino en pelotas.
8. v. Ver la máquina diferencial de Babbage.
9. v. Descubrir que siempre querrás comprar un souvenir más.
10. v. Responder en inglés (o algo) cuando te preguntan en español.
11. v. Tomar el té de las cinco a las seis y media.
12. v. Subirte de espaldas en las escaleras infinitas del metro.
13. v. Probar por primera vez la comida india, la tailandesa y el sushi.
14. v. Descubrir que en España el cine es muuuuy barato.
15. v. Que te digan a dónde tienes que mirar al cruzar.
16. v. Que te indiquen dónde empieza y dónde acaba la diversión.
17. v. Alegrarse al ver un pequeño rayo de sol.
18. v. Pero sobre todo, Londres es pasar cinco días junto a ti.

9 de julio de 2008

MCE

Voy subiendo las escaleras. Creo que he bebido demasiado, ya que frente a mí yace una puerta en horizontal. Conozco lugares con puertas al vacío, pero no con puertas dormidas. Aunque desde luego, lo más raro no es eso: unas escaleras desembocan junto a esa puerta, justo en la misma orientación, como si fuera yo el que estuviera doblado y no ellas. Puede que sea un efecto óptico, como el que me explicaron una vez en alguna parte. Un momento... No, no puede ser eso. Un camarero está bajando por esas escaleras, alzando en perfecto equilibrio una bandeja con una botella de champán. ¿Será eso lo que he estado bebiendo? No es probable, no tengo ese sabor en mis labios. Miro hacia la derecha (o lo que queda de ella), y acato la posibilidad de que me hayan drogado sin darme cuenta: veo una mesa colocada en vertical. Y no, no estoy tumbado. Pero los objetos sobre la mesa no se caen, como si la gravedad se hubiera olvidado de Newton o la masa por la velocidad de la luz al cuadrado no fuera igual a la energía. Qué diablos. Voy a intentar llegar hasta allí. Creo que tengo que subir las escaleras que quedan a mi izquierda, las mismas por las que baja el camarero doblado. Una sensación extraña se apodera de mi equilibrio cuando cambio la orientación: el mundo entero está girando para mí y de repente, como por ensalmo, lo que antes era el suelo ahora es la pared, y yo ni siquiera me he mareado. ¿Estaré muerto? No lo creo: seguramente una vez muerto no se pueden percibir olores. Y huele a pan. Pan recién hecho, entre otros alimentos que ahora mismo no distingo. La mesa que antes estaba colocada en la pared ahora descansa en el suelo, rodeada de comensales afanados en digerir sus platos. Tengo hambre. Voy a ver si me ofrecen algo de comer. Sólo cuando tenga la barriga llena podré preguntarme:

¿Dónde estoy?

11 de mayo de 2008

El apátrida

Ayer fue la comunión de mi prima, y como casi siempre que mi familia se reúne, tras el postre surgió la pertinente conversación profunda protagonizada por mi tío. Supongo que esto pasará en muchas familias, pero no creo que todas tengan en su haber un hombre como mi tito Fali, poeta, músico, pintor, fotógrafo, escalador, albañil y asesor fiscal a partes iguales.

La conversación de ayer surgió porque nos comentó que se estaba leyendo el Corán. No es que mi tío sea religioso, sino todo lo contrario, pero le gusta hablar mucho de religión. Y para hablar de religión, como de cualquier cosa, hay que hacerlo con fundamento. Supongo que ya se habrá leído la Biblia varias veces incluso.

Es ateo, "apátrida", apóstata y un montón de cosas que empiezan por a (menos abuelo). Siempre se mete conmigo porque dice que no hago propaganda de su página, así que hoy la voy a enlazar aquí. Os he comentado cómo es él para que sepáis lo que os váis a encontrar en ella: están casi todos sus cuadros, canciones, poemas, y también algunos pensamientos suyos.

11 de marzo de 2008

La difusa libertad

El último tema que esperaba encontrarme en un libro sobre lógica difusa era la libertad.

¿Qué es la libertad? No llegué a leerme ese capítulo, sólo lo ojeaba. Pero supongo que intentará definir diferentes grados de libertad, tantos como números reales hay entre 0 y 1, y de esa forma una persona podría ser un 0.25 preso y un 0.75 libre. O algo así.

Desde luego me volví a plantear esa pregunta. ¿Qué es la libertad? Nunca la he sabido contestar, al menos con una frase. Cambio de pestaña. Me voy al RAE, tecleo la palabra. "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos." Bastante simple.

¿Por qué tantas vueltas entonces? ¿Por qué alguien le dedica un capítulo a la libertad en un libro de algo tan ajeno como la lógica matemática? Quizás no sea tan simple.

Se "supone" que quien no tiene restricciones es libre. Eso lo he oído muchas veces. Pero actualmente el ser humano, si hay algo que tiene, son restricciones. ¿Entonces, es que no somos libres? En ese supuesto, un hombre prehistórico que viviera en una agrupación humana sin ley ni orden, sin ninguna atadura, ¿era más libre de lo que somos nosotros ahora? Yo creo que no.

Para poder "hacer lo que uno quiere", la condición sinequanone es tener donde elegir. Un ser prehistórico no tenía restricciones, pero tampoco tenía muchas opciones. Y para conseguir esa riqueza de posibilidades que hoy en día tenemos hace falta una organización de la sociedad. Es decir, hacen falta leyes, restricciones. Llego a la conclusión quijotesca de que para ser libre, tiene que haber alguien que nos ponga unos límites.

Por otra parte está la cuestión de la "consciencia" de nuestras posibilidades. El ser prehistórico no tenía ni posibilidad ni consciencia. El hombre actual tiene donde elegir, pero en muchas ocasiones no lo sabe. Para ser libres no sólo hay que poder elegir, sino también saber que podemos hacerlo. Esto podría leerse de dos maneras: alguien que conoce muchos caminos pero no puede seguir ninguno es un preso moral; alguien que no conoce ningún camino sería libre por omisión. Pero no creo que valga esa omisión: la libertad tiene que ser una posibilidad tangible. Hace falta educación para aspirar a ser libre.

Me han hecho falta tres párrafos, y aun así puede que tampoco la haya definido. ¿Qué pensáis vosotros?

9 de marzo de 2008

Encuentros


Hubo una entrada en la que hablé del gran misterio que suponía para mí el encontrar revistas abandonadas por las escaleras de mi bloque.

De alguna manera esto supone que en mi vida no hay grandes misterios... Pero bueno, la verdad es que no me quejo. El asunto ha evolucionado: el otro día, en lugar de una revista, había una película (en vhs): Encuentros en la Tercera Fase. Estuve a punto de cogerla pero al final la dejé donde estaba, por si acaso. A ver si iba a ser una cinta en plan The Ring.

En fin... Ahora estoy en casa esperando a ver si alguien se anima a venir a votar conmigo. Mis padres han perdido la ilusión de las urnas, están un tanto desencantados; aunque la verdad es que yo también tengo menos ilusión ahora que antes. La vez que fui a las urnas con más devoción fue cuando tenía siete años y la única definición que conocía de "votar" era lo que hacía una pelota cuando la tirabas al suelo (con b, claro). Así que cuando vi las cabinas que habían preparado en el colegio para que la gente votara en secreto, no lo dudé dos veces: me metí dentro de una de ellas, cerré la cortinilla y comencé a pegar saltos como una loca.

Aunque, bromas aparte, tengo muchas ganas de ir :)

19 de febrero de 2008

¿El fin justifica los medios?

Vía menéame, leí el otro día un artículo muy interesante acerca de esta típica pregunta que, si bien todos nos la hemos planteado alguna vez, pocas veces habremos encontrado una respuesta tajante.

El artículo en cuestión está publicado en Psicoteca, un blog sobre psicología. Es bastante técnico pero, aun así, merece la pena leerlo. Yo os resumo básicamente lo más llamativo, es decir, la situación que exponen y el resultado que se obtiene de un estudio de la reacción de un grupo de personas ante susodicha situación:
Un tren descontrolado avanza a toda velocidad por una vía ferroviaria. Si no hacemos nada, arrollará a su paso a un grupo de 10 personas, causándoles a todos una muerte segura. Por suerte, tenemos la opción de actuar: si movemos la palanca del cambio de vía que tenemos a nuestros pies, el tren se derivará por una vía lateral. Lamentablemente, en esa vía lateral hay un autobús con 2 personas que también morirán irremediablemente si el tren les pasa por encima.
¿Qué decisión tomar? Si no hacemos nada, 10 personas morirán con toda seguridad. Si actuamos, 2 personas perderán la vida a cambio de salvar a las otras 10 de su destino fatal. La de desviar el tren es una acción que debe ser meditada, pero, ¿es correcta moralmente?
¿Qué haríais vosotros? Obviamente, se supone que no existe ningún tipo de vínculo emocional con ninguna de las potenciales víctimas. Sólo hay que tener en cuenta que, si no se acciona la palanca, mueren 10 personas, y si se acciona, "matamos" a dos.

Yo creo que no la accionaría, aunque es algo que tendría que pensar más detenidamente.

El estudio se realiza proponiento otra situación más: en lugar de accionar una palanca que desvía el tren, tenemos que empujar con un camión el autobús (con las dos personas dentro) para que el tren choque contra él y no llegue al grupo de 10 personas.

Las dos situaciones (junto con otra situación más que resultó ser irrelevante) fueron expuestas a grupos distintos de personas. El resultado fue que la acción de accionar la palanca en la primera situación no era tan moralmente reprobable como empujar el autobús en la segunda. Es decir, aprobamos más fácilmente la acción centrada en el agente (el tren que provocará las muertes), que la centrada en los pacientes (las personas que están dentro del autobús). Desde el punto de vista científico, es algo curioso ya que el balance de las dos opciones es el mismo, es decir, 2 personas muertas y 10 sanas y salvas.

¿Qué pensáis?