Hace unos días terminé de leer El Código Lucifer (Michael Cordy), un thriller científico-religioso con un tema de fondo tan ambicioso como puede ser la demostración de la existencia del Cielo y del Infierno.

Fleming es totalmente ateo, pero sus principios se tambalean cuando, mediante el neurotraductor, se comunica con su hermano seis minutos después de certificar su muerte clínica.
Con estas premisas bastante atractivas comienza la historia, aderezada con dosis de "computación óptica", el nacimiento de una iglesia cristiana completamente ajena a la católica, un malo malísimo y, cómo no, la consabida e incipiente historia de amor entre los dos protagonistas.
No es ni mucho menos una obra maestra. La prosa de Cordy es sencilla y fácil de seguir, rayana a veces en lo mediocre. Sin embargo, el libro consigue enganchar al lector y al final de la historia se hace una reflexión muy interesante sobre la religión, las promesas de vida eterna y el libre albedrío. Sin duda, lo que más merece la pena de la novela es esa idea, puesta en labios del villano de turno y que te coge por sorpresa.
Si alguien quiere leerlo, que me lo diga y se lo presto.