13 de noviembre de 2011

Enumeraciones

Hace un par de días leí un famoso relato de Borges, El Aleph. Para mí, el corazón del texto es la heterogénea enumeración que el autor utiliza para esbozar el Aleph, o quizás debería decir el Universo. Me recordó a una enumeración también abigarrada de Henry Miller en su Trópico de Cáncer, utilizada para describir la esencia de una persona. Ambas listas me impactaron profundamente y realmente me hicieron sentir que leía a grandes autores. Si acaso yo no hubiera estado avisada de la calidad literaria de Borges y Miller, me habría dado cuenta al leer esos fragmentos.

Es posible que la creatividad de cada escritor pueda ser medida en base al grado de heterogeneidad que es capaz de configurar en una lista de cosas. La capacidad de exceder los límites, de colorear saliéndose del borde, es mucho de lo mágico que tiene el ser humano. "Saltos fuera del sistema", lo llamaba Hofstadter en su obra GEB, hablando de cómo una persona resuelve acertijos. Fabricar una descripción verosímil y heterogénea requiere de esta capacidad continuamente. Alguien poco creativo podría sugerir una lista parecida a ésta ("loco, desgarrador, rojo, fuerte, intenso") para describir un concepto escurridizo, como puede ser un sentimiento. Borges, en su descripción del Aleph (léase todo el Universo), dice:
[...] Vi el populoso  mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y  ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace  treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas  de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes  hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página [...]
Y Miller, para describir a Tania:
Tania es una fiebre también: les voies urinaires, Café de la Liberté, Place des Vosges, corbatas brillantes en el Boulevard Montparnasse, cuartos de baño oscuros, oporto seco, cigarrillos Abdullah, el adagio de la sonata Pathétique, amplificadores auriculares, sesiones anecdóticas, pechos de siena rojiza, ligas gruesas, qué hora es, faisanes dorados rellenos de castañas, dedos de tafetán, crepúsculos vaporosos que se vuelven acebo, acromegalia, cáncer y delirio, velos cálidos, fichas de póquer, alfombras de sangre y muslos suaves.
Los propósitos que subyacen a tan heterogénas listas no pueden ser otros que los intentos de definir un concepto vasto y vago como el universo o la luz de una persona. Una atmósfera entera, algo que trasciende un simple hecho o sensación puntual. Un sistema completo. Quizás sólo los menos puedan abordar tal empresa con éxito.

17 de julio de 2011

Musgo cósmico

Los seres humanos somos egocéntricos por naturaleza (¿cómo si no hubiera nacido Facebook?), pero si bien el egocentrismo puede, en el fondo, promover en cierta forma la supervivencia individual, el geocentrismo (conceptual, no geométrico) no parece tener otra motivación que la de recrearnos en la idea de ser, si no la única, una de las pocas especies con la tremenda suerte de haber medrado en este universo hostil y despiadado.

Esta idea, promulgada intensamente por religiones de todo tipo, nos coloca en un lugar especial en el panorama cosmológico. Los habitantes de la Tierra seríamos así una especie de comunidad elegida. Nuestra suerte no sería tal, sino la consecuencia del amor de algún dios misericordioso.

Yo no puedo demostrar la existencia o ausencia de vida extraterrestre (tampoco la de ese dios), ya que carezco de toda evidencia empírica. Sin embargo, hay algo que me parece una ley de esas de perogrullo: la vida nace donde puede nacer. Así de simple. Estamos hartos de observar este fenómeno en nuestro entorno, y muchas veces podemos hacerlo bajando la vista al suelo mientras caminamos por algún camino embaldosado. Probablemente ahí, entre las llagas de los ladrillos, haya alguna pequeña muestra de vida en forma de musgo o hierbajo.


¿Diríais que ese musgo ha tenido una suerte inmensa e incomprensible? 

Debido a esta simple idea, deduzco que, casi con total certeza, no estamos solos en el universo. No hay más que pensar en la cantidad de llagas fértiles que puede haber: la vida existiría de cualquier forma. Nuestra suerte no es pues colectiva, sino individual: cada uno de nosotros tiene la gran suerte de haber nacido (cualquiera de nosotros podría no haberlo hecho). Es la suerte de ser una ínfima parte de lo que globalmente somos: musgo cósmico puro y duro.

19 de junio de 2011

Del sentido del gusto y los tipos de sabores

En el colegio me enseñaron que había cuatro sabores: ácido, amargo, dulce y salado. En los libros aparecía la consabida lengua dividida en sectores que probablemente muchos recordaréis. La existencia de un mapa de sabores es admitida hoy en día como un mito por fuentes confiables, que defienden que todas las partes de la lengua detectan todos los tipos de sabores, si bien algunas son más sensibles que otras a sensaciones específicas.

De ser cierto, éste no sería el único desliz cometido por los autores de mis libros de texto. En 1908, Kikunae Ikeda (un científico japonés) descubrió un quinto sabor: el umami. Esta palabra ha sido traducida como "savoriness" en inglés, es decir,  gustoso o sabroso en nuestro idioma. Hasta 1980, el umami no fue reconocido como el quinto sabor de manera oficial. 



El sabor umami nace de la combinación de ciertos aminoácidos con el glutamato, una sustancia presente en la gastronomía desde la antigua Roma, donde producían el famoso condimento llamado garum. Hoy en día, el glutamato sintetizado se comercializa como un potenciador del sabor, aunque también podemos encontrarlo en numerosos alimentos naturales que nos harían experimentar el umami: carnes curadas, pescados, tomates, champiñones, salsa de soja o té verde son sólo algunos ejemplos. Se ha descubierto que la leche materna también proporciona este sabor.

Por norma general, el umami se relaciona sobre todo con la cocina oriental. De hecho, existe la creencia infundada de que ingestas masivas de glutamato producen un conjunto de síntomas que ha sido bautizado como síndrome de restaurante chino

Parece ser, en resumen, que el umami es en gran parte responsable de que muchos alimentos nos resulten especialmente agradables. ¿Será este curioso sabor la razón de mi adicción al tomate? Desde luego es una lástima que debido a mi condición femenina no pueda beneficiarme de algunos de los beneficios de este sabroso vegetal...

23 de octubre de 2010

El centro neurálgico del universo

Hace unos días se descubrió uno de los mayores cúmulos (y más lejanos) de galaxias en nuestro universo. Según el artículo, SPT-CL J0546-5345 (así se ha bautizado al grupo) se encuentra a 7000 millones de años luz de la Tierra. La imagen que nos llega de él corresponde a un momento en el que nuestra galaxia aún no existía.

El artículo es muy interesante: explica por qué este cúmulo debe ser extraordinariamente antiguo, y por qué actualmente no es posible que aparezcan agrupaciones de esta naturaleza.

El hecho de que sea tan antiguo (según el artículo, pudo nacer cuando el universo apenas contaba con 2000 millones de años) y de que sus galaxias estén tan cercanas, no puede sino hacerme sentir aún más insignificante y pequeña de lo que ya me siento cuando miro al cielo. ¿No parece lógico que sea allí, en esos grupo de galaxias antiguos y saturados, donde se cuece la verdadera "vida universal"? Por poner un ejemplo terrestre, es como si nosotros fuéramos una tribu, ajena a otras realidades del mundo en el que vive y a la existencia de las grandes ciudades, donde una cultura y ciencia alternativas bullen paralelamente. No es que esa ebullición vital sea mejor o peor; simplemente es más numerosa, conocida y compleja. Probablemente el conocimiento objetivo acerca del funcionamiento de las cosas es mucho más profundo en ese centro neurálgico, mientras que nosotros tenemos que seguir luchando en nuestra ignorancia.

¿No os imagináis un mundo parecido al de Star Wars, en el sentido de la interconexión entre galaxias, especies y sistemas políticos? Probablemente, en esos cúmulos, la realidad supere a la ficción de nuestra aislada Vía Láctea.

26 de julio de 2010

Cualidades inefables

Si hay algo que siempre ha supuesto para mí un asombro es el empecinamiento del ser humano en ponerle nombre a cualquier cosa que pueda aparecerse por la mente. No pocas veces me he sorprendido al descubrir expresiones referidas a conceptos que yo tenía por personales, transformando así la inefabilidad de mis pensamientos en una partícula única y compartida. El lenguaje es, a su modo, un buen ejemplo de democracia, y cuando la mayoría de miembros de cualquier grupo siente la necesidad de referirse a un concepto asiduamente, se produce un bautizo social paulatino que acaba por crear una entrada en el diccionario.

Afortunadamente, esas ideas que surgen en las mentes humanas suelen ser compartidas en un grado importante (en caso contrario, sería complicado aprender idiomas, ya que careceríamos de términos equivalentes y tendríamos que manejarnos con definiciones completas). Sucede en ocasiones que en un idioma hay palabras sin referente en otras lenguas, fenómeno que igualmente merece una gran dosis de curiosidad, ya que refleja las diferentes necesidades lingüísticas y, en definitiva, la forma de vivir o idiosincrasia de un grupo. Supongo que, mientras más palabras comparten dos lenguajes, más parecidas son las culturas a ellos asociadas, en una correlación muy fuerte.

Cuando surge la necesidad de nombrar algo especialmente inefable, como puede ser un sentimiento visceral o conmoción del espíritu, es cuando aparecen los términos más misteriosos. Es el caso de las cualidades de los diferentes géneros musicales, referidas por lo general a una emoción interna, ritmo o actitud que reside en los intérpretes o en los propios temas.

En el flamenco, por ejemplo, encontramos el término duende. Según Domingo Manfredi Cano, el duende es 
una situación en la que el cantaor alcanza los límites del trance y transmite a sus oyentes una carga emocional de tal naturaleza que los arrastra al paroxismo, límite con la locura, es cuando los oyentes se rasgan la camisa a tirones y los hombres más enteros, se secan los lagrimones a manotazos


Por su parte, a todos nos es familiar el término flow, acuñado al abrigo del rap y el hip hop y mencionado a menudo dentro de los propios temas que obedecen a este género. Es el caso de Lil' Kim en las primeras líneas de Lady Marmalade:
Where's all my soul sisters, let me hear y'all flow sisters
Flow significa flujo o fluir en inglés y quien haya escuchado este tipo de música puede entender íntimamente a lo que se refiere sin entrar en definiciones.

Por su parte, los términos swing y groove se usan a menudo como sinónimos. El primero surge dentro del contexto del jazz y el segundo se utiliza para el funk o el rock. El glosario Jazz in America define el swing como
cuando un artista o grupo actúa con coordinación rítmica, de manera que inspira una respuesta visceral en el oyente (los pies y la cabeza se mueven), un irresistible optimismo que trasciende la mera definición verbal


La palabra groove se utiliza de un modo parecido, para referirse al aspecto musical que le hace a uno moverse o bailar.

Por su parte, tumbao se utiliza en salsa para describir el impulso al baile que ésta genera en caso de estar conseguida. Proviene del término homónimo afro-cubano, que denota al ritmo producido por los bajos y las tumbadoras. Por último, riddim, utilizado de forma similar en el reggae, es un término jamaicano derivado del inglés rhythm.

26 de mayo de 2010

10 discos que me llevaría a una isla desierta

Rafalillo me ha invitado a este meme, en el que hay que decir qué diez discos te llevarías a la isla de Lost una isla desierta. Sólo hay una norma: no se puede repetir un mismo cantante o grupo.

  • Absolution, de Muse. Uno de los discos que más he escuchado de este grupo, aunque la verdad es que todo su trabajo merece la pena.
  • Dummy, de Portishead. Imprescindible para relajarse y un regalo para el espíritu.
  • ¿Dónde están los ladrones?, de Shakira. Esta mujer siempre me ha encantado, y este disco es su pura esencia. Últimamente está cambiando un poco...
  • Devil came to me, de Dover. Una buena amiga me regalo la ¡cinta! en el año de las nueces y yo no tenía ni idea de quiénes eran. Me sorprendieron muchísimo.
  • Version 2.0, de Garbage. Fue uno de los primeros discos (CD) que me compré, y me encantó la voz de Shirley Manson. Es el mejor álbum del grupo.
  • Little Earthquakes, de Tori Amos. Intimismo y piano a tope.
  • Crush, de Bon Jovi. Me gustan otras muchas canciones, pero este disco lo gasté en su momento.
  • Songs in A minor, de Alicia Keys. Un disco perfecto para dejarlo sonar toda la tarde.
  • Dile al sol, de La Oreja de Van Gogh. El primero y más mítico, para mi gusto, de este grupo que me acompaño durante toda mi edad del pavo y adolescencia :)
  • Have a nice day, de Roxette. Como con Bon Jovi, me ocurre que otras muchas canciones me gustan, incluso más que algunas de este disco, pero este álbum en concreto también está gastado de tanto escucharlo.
Decir que haga este meme quien quiera que lea el post, que dado que últimamente he estado desaparecida del mundillo, no creo que sea mucha gente... :)

23 de mayo de 2010

Fallece Martin Gardner

Hace ya unos diez años comencé a coleccionar libros de acertijos y juegos matemáticos. Los primeros que cayeron en mis manos fueron escogidos simple y llanamente por sus títulos, y ni siquiera me fijé en el autor. Se llamaban "Huevos, nudos y otras mistificaciones matemáticas" y "Damas, parábolas y más mistificaciones matemáticas". Gracias al primero pude adentrarme en las leyes que rigen el Planiverso  de Edwin Abbot Abbot, y al segundo debo el gran descubrimento de Escher a través de su capítulo "Geometrías no euclídeas", entre otras muchas cosas de no menos valor lúdico e intelectual. Gracias en parte a estos libros comencé a interesarme más profundamente por el mundo de la lógica, las matemáticas y las paradojas en general, y no dudo que entre los muchos motivos que me empujaron finalmente a escoger la carrera de Informática, estos libros tengan reservado un lugar destacado.

No tuve al principio el impulso de informarme acerca de Gardner. Simplemente era el autor de dos de los libros de mi estantería. Ni siquiera lo tuve más adelante, cuando lanzaron a los quioscos una colección de libros de matemática recreativa y, lejos de poder abordar la compra de la colección entera, adquirí sólo uno de los volúmenes: ¡Ajá! Paradojas que hacen pensar. Deliciosa casualidad, pensé, que Gardner también fuera el autor de esta obra que coloqué junto a los dos libros anteriores. Una recopilación exquisita de paradojas sobre viajes en el tiempo (mi tema fetiche), problemas lógicos autorreferentes (probablemente mi segundo tema fetiche) y otros muchos tópicos como figuras imposibles, probabilidad y matemática discreta. Sin embargo, aunque nunca supe mucho de su vida y obra, tuve claro desde el principio que Gardner es una referencia obligada en el mundo de las matemáticas recreativas.

Más adelante, en una feria del libro, navegando entre cientos de títulos a precios irrisorios, uno llamó mi atención: El Universo Ambidiestro. Recibí una sorpresa cuando descubrí que Gardner era su autor. Este título versa, en general, acerca del concepto de simetría en la física teórica, a través de temas tan variados como la biología, la magia, la psicología o las matemáticas. Otra delicia por la que habría pagado mucho más de lo que realmente pagué.

Hace poco, como regalo de fin de carrera, F me obsequió con "Alicia Anotada", la edición más exitosa de la obra maestra de Carroll y de la que ya había oído hablar hacía tiempo. No sabía de quién era la famosa edición, y gran fue mi sorpresa cuando descubrí que también se trataba de Gardner.


Esta mañana me he enterado de que, a la edad de 95 años, Martin Gardner ha fallecido. Hoy he sabido que, entre otras muchas cosas que desconocía, fundó el Comité para la Investigación Escéptica, dedicado a promover la investigación racional ante hechos extraordinarios. Este gran científico nunca dejará de sorprenderme.

Pese a que soy conocedora de una ínfima parte de su obra, Martin Gardner me ha acompañado durante toda mi vida como alumna universitaria, desde el principio hasta el final, con diversos pensamientos que han configurado mis gustos y querencias. Y espero que lo siga haciendo.

Gracias, Martin Gardner. Éste es sólo mi pequeño homenaje.